Menos contaminación es más salud


Estamos en un
a situación crítica. La contaminación amenaza nuestra salud.  Es el mensaje  que nos envían los científicos y políticos reunidos en la cumbre del clima en estos días en Madrid. Aunque nos abren una hilo de esperanza. Parece que aún tenemos opción de mejora y no pasar a la catástrofe.

El cambio climático está afectando no solo a la salud del planeta tierra sino también a los terrícolas que aquí habitamos. En el mundo sanitario también están sonando las alarmas. Unmuestra de ello es el incremento en el número de publicaciones en los últimos años. Si hacemos una búsqueda en Pubmed (base de datos de publicaciones científicas en el mundo de la salud) relacionando cambio climático y salud (climate change and health)  podemos observar que en el 2009 se publicaron 364 artículos sobre este tema y estos aumentaron a 1438 una década después.

La cuestión es de tal envergadura que una de las revistas científicas de mayor impacto como es The Lancet decidió en 2018 crear una publicación específica sobre la salud de nuestro planeta The Lancet planetary health.  Ha lanzado una iniciativa  que pretende concienciar a los gobiernos de la importancia de los cambios del planeta en la salud global (http://www.lancetcountdown.org/)

La contaminación está afectando a nuestra salud. Concretamente en Europa hay un exceso de mortalidad de 790.000 personas por la contaminación  del aire ambiental. Se estima una disminución en la expectativa de vida de 2.2 años en los ciudadanos europeos por este motivo. Existen modelos predictivos que correlacionan un incremento de la mortalidad directamente con el aumento de temperatura en la tierra.

Este aumento de temperatura también afectará de forma indirecta a variables más difíciles de cuantificar. Es previsible que aumenten los movimientos migratorios. Se globalizarán enfermedades para los que los nuevos huéspedes no están inmunizados ni los clínicos autóctonos están acostumbrados a tratar. El cambio en el ecosistema propiciará que aparezcan vectores transmisores de enfermedades en lugares antaño erradicadas como por ejemplo la malaria. Es posible que el desequilibrio del ecosistema afecte a la resistencia de los gérmenes a los antibióticos. 

Lo más curioso es que el sistema sanitario encargado de mejorar la salud de los enfermos de la contaminación colabora de una forma notable a perpetuarla. La huella climática, según el documento del sector salud realizado por la organización Salud sin daño, supone el 4,4% de las emisiones globales netas. Es el equivalente a la contaminación que provoca 514 centrales eléctricas de carbón. Si el sector salud fuese un país este sería el quinto más contaminante del mundo. Lógicamente, como en la industria en general, esto se realiza de una forma asimétrica. A mayor gasto del PIB en salud mayor producción per cápita de CO2. Sólo entre USA, China y la Unión Europea producen más de la mitad de la contaminación del sector salud.

El sector salud es consciente del impacto ambiental que provoca. Por ello están desarrollando medidas para disminuir la contaminación planetaria. El proyecto SIGRE recicla los envases de nuestros medicamentos y ha conseguido disminuir el peso de los embalajes de los fármacos. Desde la organización salud sin daño se pretende concienciar al sector y poner en valor proyectos que disminuyen la huella de carbono. También los hospitales disponen de una plataforma mundial (Red global de hospitales verdes y saludables) desde la que se promueven iniciativas que minimicen el impacto ecológico.

Todos hemos de concienciarnos para disminuir nuestra huella de carbono y evitar que un planeta enfermo entre en cuidados paliativos por imposibilidad de curación. Hemos de preguntarnos si son necesarios todos los fármacos de nuestro botiquín, si los reciclamos de forma adecuada, si sobrecalentamos el sistema con una frecuentación innecesaria, si no estaremos medicalizando problemas banales….

Si la salud planetaria nos preocupa poco hagámoslo por la de nuestros hijos y nietos.