Seis estrategias para salir airosos de la crisis del covid

Siempre he tenido como una máxima de mi vida tener cerca a gente más inteligente que yo. Una vez más, y gracias a la crisis por covid, el devenir me ha demostrado que es fundamental.

Hace unos días leí la editorial de Fineberg en NEJM . Me pareció una de las muchas reflexiones inteligentes que se han publicado en estos días sobre el covid-19. Hasta que mi amigo Miguel Ángel no me hizo un comentario sobre la misma no reparé en la enjundia que encerraba. Es posible que pueda parecer simple. Puede que las indicaciones parezcan manidas en esta época de crisis en la que se ha demostrado que todos los españoles, además de un médico y un seleccionar nacional, llevamos dentro un epidemiólogo.

El autor hace una sola recomendación para mejorar la maltrecha economía mundial. Si queremos mejorar la economía hemos de vencer al covid-19. Elemental querido Watson y es algo de sentido común. Pero cuando uno las analiza y las pone en nuestro contexto a veces surgen muchas dudas de si se han puesto en práctica. Huyendo de todo análisis político (que cada uno haga el suyo) las recomendaciones son las siguientes:

1.- Se requiere un mando único. Ha de tener la confianza del Presidente y ganarse la de la población. Ante esta situación extrema se requieren expertos. No se trata sólo de un coordinador de agencias. Sobre él pesará la responsabilidad de movilizar activos civiles y/o militares. También desplegar y/o replegar suministros nacionales a zonas que sean necesarias. En nuestro país efectivamente se instauró un comité de crisis que supongo que será de la confianza del Presidente. No me queda nada claro que también lo sea de la población. Es cierto que hemos ido aprendiendo de la enfermedad durante la pandemia. Los protocolos de atención son cambiantes en función de la experiencia, en muchas ocasiones con poca evidencia. Pero es también una realidad que algunas medias se han adoptado, quizás, demasiado tarde y en otras se atisba cierta improvisación.

2.- Realizar millones de pruebas diagnósticas. Ha sido el proceder de Corea del Sur, modelo exitoso, a la vista de sus infectados y de sus fallecidos por covid. Es fundamental tener testadas a todas las personas con síntomas. Nos permitirá saber en qué fase del proceso infeccioso se encuentra la población y por tanto poder tomar medidas. Entendiendo la dificultad en la gestión de una crisis mundial, parece poco razonable, que tras semanas de aislamiento no contemos en nuestro país con test rápidos de realización masiva.

3.- Proteger al personal sanitario y dotar a los hospitales ante la avalancha de enfermos graves. Nuestros sanitarios se merecen condiciones seguras para desarrollar su trabajo. No solo por una cuestión de seguridad laboral y dignidad. Necesitamos controlar la transmisión de covid en los hospitales y centros sanitarios. Hay que aplicar estándares de crisis y a pesar de los esfuerzos probablemente no se pueda llegar a todos. No es una buena noticia para nuestro país que contemos, a día de hoy, con 19.400 sanitarios infectados, ni tranquilizante para la población aparecer en The New York Times como médicos kamikaces. El magnífico libro El arte de la Guerra de Sun Tzu recoge: “…si el ejército no está bien equipado las tropas no conseguirán nada…”

4.- Diferenciar la población en cinco grupos. Probablemente la parte más importante para controlar la epidemia de covid y para la recuperación progresiva de la actividad. Infectados. Sospechosos de infección (tienen síntomas pero test negativo). Expuestos. Exposición desconocida. Curados ya inmunes. Según la sintomatología y riesgo se ubicarán en diferentes recursos sanitarios. Los expuestos se recomienda aislarlos en centros no sanitarios como hoteles

5.- Inspirar y movilizar a la población. En esto los españoles nos estamos comportando de forma ejemplar. Hemos desarrollado la inteligencia colectiva y la hemos puesto al servicio de la sociedad de una forma altruista en la mayoría de los casos. Es importante trasmitir a la población que empleen mascarillas para estar fuera de su domicilio.  Sin complejos, así los presintomáticos e infectados tendrán menos probabilidad de infectar a otros. Recordemos que la tasa de asintomáticos/presintomáticos se encuentra entre 20%-50% con una contagiosidad entre el 10-60% según el informe de la consultora McKinsey  & Company

6.- Aprendamos durante la epidemia en tiempo real. Ya sucedió con la infección por HIV. Se deben investigar antivirales y vacunas. Realizar una pulcra recogida de datos e información asistencial. La finalidad ha de ser su análisis con el fin de encontrar modelos predictivos de evolución clínica y de respuesta a tratamiento. Hemos de conocer la situación de la población para tomar medidas basadas en las mejores evidencias.

El confinamiento ha sido necesario y efectivo a la vista de los resultados de lo publicado. Se aprecia una reducción de la mortalidad al final de la pandemia de un 95%. Finalmente la estimación de fallecidos será de unos 17.000 enfermos (350.000 fallecidos si no se hubiese puesto en práctica el aislamiento social). Según un informe de Boston Consulting se manejan dos fechas posibles para finalizar el confinamiento en nuestro país, entre el 1 de junio y el 3 de julio.

Estas medidas no solo nos ayudarían a controlar la epidemia sino a reactivar cuanto antes la economía. Es cierto que nuestro país se encuentra ya en una fase avanzada de la epidemia. Quizás haya que replantear algunas medidas de las expuestas previamente (más vale tarde que nunca). Si los datos publicados por el estudio de Imperial College son ciertos (más de 7 millones de infectados en España), estaríamos en el umbral de la inmunidad de grupo pero por otro lado podríamos tener un número tan importante de contagiados que los cambios en las medidas de confinamiento deberían ser muy rigurosas y basadas probablemente en la realización de test masivos para reincorporar a la actividad económica a los que se muestren inmunes.

Las decisiones para dar respuesta a la salud pública y reiniciar la economía han de venir de la ciencia.