De médico a paciente. Reflexiones sobre la medicina de valor

Recientemente he necesitado utilizar los servicios hospitalarios por un pequeño problema de salud. Gracias a Dios nada grave, aunque sí doloroso y tedioso. Dos días de estancia en mi entorno habitual, pero con una vivencia más inmersiva. Muy enriquecedora. Los sanitarios deberíamos vivir alguna vez como paciente para de verdad saber lo que sienten nuestros enfermos. No es lo mismo escribir una crónica como periodista desplazado a la guerra de Ucrania desde un hotel de Varsovia, en una posición cercana geográficamente al conflicto que realizarla desplazado en Kiev.

Desde el principio me propuse observar el hospital como paciente. Con la información recogida en mi estancia y el procesamiento de esta tras el alta he sacado algunas reflexiones que me gustaría compartir.

Puede que algunos lectores se sientan defraudados porque interpreten un análisis descafeinado al tratarse del hospital en el que trabajo. Los que me conocen saben que precisamente en mi entorno soy especialmente crítico. El alcance inmediato de nuestras acciones se circunscribe inicialmente al ecosistema en el que nos movemos. Es este el primero que hemos de analizar para intentar mejorarlo. Además, estoy convencido, salvando matices, que la asistencia sanitaria es de una calidad más o menos homogénea en nuestro entorno para un proceso agudo como el mío.

El participar de forma regular en procesos de formación sobre medicina basada en valor, seguridad del paciente y calidad asistencial me ha llevado a dedicar más tiempo a estos temas. Comencé a analizar con ojos de paciente si es verdad todo lo predicamos sobre las necesidades de este. La medicina de valor, la intimidad, la información, la humanización…

Los médicos no somos buenos pacientes

Empezaré por la lección previa a la estancia hospitalaria tirando de un viejo aforismo. Los médicos somos unos pésimos pacientes. Muchos motivos aporta la literatura como factores que predisponen a los galenos a esta situación: autodiagnóstico, dificultad para delegar, denegación o minimización de síntomas, falta de tiempo y estigmatización, entre otros. A pesar de estas y otras muchas razones creo que en el fondo subyace una cierta falta de humildad.

Los clínicos nos pasamos la mayor parte de nuestro tiempo viendo pacientes y estudiando sobre ellos. Esto nos genera una sensación de seguridad y conocimiento en beneficio del enfermo. A la vez de miedo cuando la enfermedad está cercana a nosotros. En demasiadas ocasiones cuando nos toca, nos dejamos llevar por sesgos cognitivos como por ejemplo el de disponibilidad, el cual nos condiciona a considerar enfermedades graves debido a nuestra exposición a casos similares o al conocimiento de estas patologías. Este miedo nos paraliza y nos hace caer en el “síndrome del avestruz” (recomiendo leer el libro How doctors think). Escondemos la cabeza debajo de tierra ante una realidad que suele ser menos grave de lo que esperábamos. Debemos concienciarnos de la importancia del autocuidado. No solo estar en las mejores condiciones ante nuestros pacientes. Es parte del ejemplo que hemos de facilitar a la sociedad y a nuestros alumnos.

Cuando llegas al hospital la primera sorpresa es de Perogrullo. Las cosas funcionan y además muy bien.

Cuando tu rol es de paciente te das cuenta de que en muchas ocasiones los sanitarios detectamos errores en procesos y circuitos que muchas veces magnificamos. Es fundamental la mejora persistente y la vigilancia del buen hacer clínico. Pero, tengo la impresión de que a veces nos lastra a cierto derrotismo. Nos puede instalar en una crítica pesimista que nos consume mucha energía y desvía el foco de lo importante. En muchas ocasiones esos “gravísimos errores” en el ojo del clínico no tienen ninguna trascendencia en la atención del paciente. Sin embargo, han generado múltiples reuniones, documentos, comisiones….Nos queda mucho que aprender de nuestros enfermos.

El alivio de la empatía

Como enfermo captas como todos los profesionales saben cuál es su papel. Se dirigen a ti con educación (es una pena que esto sea un argumento para destacar, pero….). Se preocupan por tu bienestar físico y por quitarte el dolor. Tras esta primera toma de contacto notas que aparece la empatía.

Pixabay

Percibes que están entendiendo tu situación y que quieren ayudarte. Esto puede parecer superfluo en una situación aguda, pero les garantizo que es bastante tranquilizador. Te embarga una sensación de sosiego que disminuye tu nivel de incertidumbre. Un gran canal para vehiculizar una auténtica medicina de valor es la empatía. Esta cualidad genera impulso más allá de la atención inmediata del paciente. Son muchos los trabajos que relacionan la empatía, no solo con mayor satisfacción del paciente sino con mejores resultados en salud, y mayor adherencia al tratamiento. Una muestra más de que la medicina basada en valor no requiere necesariamente de grandes inversiones presupuestarias.

La incertidumbre

Además del dolor probablemente lo que más angustia a los pacientes es la incertidumbre. Mi labor como internista me enfrenta a diario a ese paradigma. Los pacientes quieren hechos ciertos y los médicos manejamos incertidumbre.

Pixabay

Si estás al otro lado de la camilla, o mejor dicho en la camilla, necesitas información y soporte emocional (estás “acongojado”, que queda más fino). Es la única manera de compensar la sensación de inseguridad.  La precocidad y la continuidad en la información mejora la experiencia del paciente y de sus familiares.

Cuando eres paciente estás alerta de todo lo que tus sentidos reciben y lo percibes con ansiedad, angustia y a veces con miedo. La comunicación es el vehículo que genera sosiego en esos momentos de duda. Es el bálsamo ansiolítico. Una comunicación participativa y bidireccional que permite preguntar y aclarar dudas. Una comunicación que facilita la toma de decisiones compartidas que debe ser el objetivo. La información que aportamos y cómo la aportamos es también una herramienta barata que nos permite realizar una autentica asistencia basada en valor.

La empatía, la comunicación y la educación son el hilo conductor que los sanitarios hemos de emplear para ayudar al paciente a tomar decisiones respetando sus preferencias. A mi entender hemos de huir del paternalismo blandengue, con permiso del Fary. Tenemos que implicarnos en esta toma de decisiones cuando el paciente nos solicita ayuda.

Pixabay

La implicación es una manera de facilitar soporte emocional. No vale ponernos de perfil con la frialdad de una información técnica ininteligible que nos protege. Doy fe que como paciente se agradece. En mi caso había tomado una decisión completamente errónea tras mi asistencia. Pretendía irme de alta a casa. Gracias a la implicación y a la comunicación de los médicos con mis familiares reconsideré la decisión y accedí al ingreso. Un acierto.

Tampoco parece que sea demasiado onerosa esta implicación de los profesionales que tanto valor aporta al sistema.

La reflexión en la distancia suele ser más objetiva. Por ello, he dejado pasar más de dos semanas desde el alta. Cuando analizo mi estancia veo con orgullo que prácticamente se cumplen los ochos principios que preconiza el Instituto Picker para que una institución sanitaria se pueda considerar que está centrada en el paciente.

En las organizaciones sanitarias la gran mayoría del personal son personas comprometidas y con altos conocimientos. Saben bien lo que tienen que hacer para que su trabajo sea excelente. En el ADN de un sanitario está escrita la entrega a los demás e intentar que esta sea lo mejor posible. Pueden aportar valor de forma natural. Las organizaciones tienen que aprovechar esta fuerza imparable que las hace únicas dentro de la sociedad.

Se consigue gracias a los gestores

Los gestores de estos grupos humanos, a mi entender, han de ser sobre todo facilitadores de proyectos profesionales y garantes en la organización de los mismos. Deben conseguir que todos interpreten la partitura sin parones y sin desafinar. Como el entrenador de un equipo de fútbol que gestiona grandes estrellas, entendiéndose por estrellas en este caso servicios hospitalarios. Los hace jugar bien porque entre ellos se apoyan. No discuten cual es su puesto en el terreno de juego. Esto todos sabemos lo difícil que es. Las individualidades tienden a la expansión personal más que a compartir méritos. La gran cualidad del buen gestor es que el equipo parezca que juega solo. Ello implica que cuando ganan pocos se acuerdan de él.

Da pena ver como a los gestores se les airea, solo para la crítica y el escarnio. No se pueden imaginar lo que aportan para mejorar la calidad y la cantidad de vida de los pacientes. No solo por la toma de decisiones técnicas que afectan de forma inmediata a un paciente o grupo de pacientes. Sino impulsando el desarrollo del grupo profesional, de proyectos asistenciales, pero especialmente promoviendo una cultura asistencial basada en el paciente y en el valor.

30 opiniones en “De médico a paciente. Reflexiones sobre la medicina de valor”

  1. Magnífica reflexión, Paco. Nunca debemos abandonar la necesaria empatía y buscar la satisfacción en el servicio a los que sufren. Esa entrega comprometida de todos los sanitarios y la conexión con el paciente será siempre fundamental por mucha tecnología que nos ayude a crecer. Gracias siempre por compartir.

  2. Que bien Paco!! Que importante es dar lo mejor de nosotros mismos a los que están al otro lado de la camilla, o encima. Que buen ejemplo de aportar valor. Es la mejor forma de promover el bien-estar del paciente y de su familia. Un fuerte abrazo!!

  3. Muy acertadas tus reflexiones, el año pasado, también fui paciente y pude valorar muchas cosas desde esa posición, espero que tú estés ya recuperado, un gran abrazo.

  4. Magnífica reflexión Paco y comparto contigo tu experiencia y resumen de ella
    Realmente la visión de nuestra asistencia hospitalaria es diferente cuando se recibe desde el otro lado, solo hay que pasar por ahí como hemos hablado en otras ocasiones o bien realizas los distintos circuitos asistenciales pero desde receptor de asistencia y te das cuenta que la empatía de los profesionales, la humanización en resumen y que cuando estas como paciente o enfermo dentro del sistema toda humanización en el trato hacia ti o los tuyos es valorado como esencial y estar en una mesa quirúrgica como paciente valorar tanto la asistencia que vas a recibir, no hay duda, que vas confiado, pero hay otras cosas que son imprescindibles para humanizar esa asistencia y diría que obligatoria y dejamos de lado la teorizackon de todo esto..Hay que hacerlo
    Además esta empatía y humanización la vemos y la recibimos por los profesionales
    No lo hacemos tan mal y quizás mejorable, pero buena
    Pero de acuerdo contigo y gracias por compartir esta reflexión
    Mejorate y un fuerte abrazo

  5. Totalmente de acuerdo con tu reflexión ya sabes que siempre digo que la visión del la asistencia en hospital. Cuando en realidad lo ves es cuando lo pasas como paciente o directamente tu como demandante de la asistencia y valorando los circuitos pero desde dentro. Y todos Lis que hemos tenido que ver el hospital pero desde el otro lado, no hay ni más que ingresar o estar en una mesa de quirófano para valorar realmente, que demandamos asistencia y algunas otras vías como esa parte humana, empatía y no teorías. A la vez te das cuenta que somos empatices con el paciente y lo hacemos lo mejor que podemos y queremos
    Deseo que todo haya ido bien y gracias por tu reflexión. Querido Oaco

  6. El pasado día 5 de enero, yo también tuve que pasar 24 horas en la observación del hospital regional. No sé cómo explicar que has acertado en todas y cada una de mis sensaciones, en ese ingreso,
    Muchísimas gracias, como siempre por tus magníficas reflexiones y hoy en particular, porque las comparto al 100 × 100

  7. Magnífica reflexión Paco!
    Que importante son las emociones y la empatía en todo lo que hacemos. En estos tiempos que nos ha tocado vivir de avances tecnológicos e inteligencia artificial, la medicina es sobre todo preocuparse por tus pacientes.

  8. Me quedo con la humanidad de los sanitarios.
    Se hace muy necesario que sean humanos y empaticen.
    Muchos de los problemas que tienen los pacientes del hospital es ese, falta de comunicación y empatía.
    A veces ocurre que cuando un sanitario pasa a la camilla, luego se vuelve mejor profesional.

  9. Excelente Paco. No hay mejor análisis de una situación que vivirla dentro y fuera de ella. Y me alegro que estés ya restablecido. Un abrazo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *