Astenia primaveral

¿Por qué algunos humanos entristecen y se encuentran débiles en este periodo lleno de luz, colorido, nuevos olores y vida? ¿Será la astenia primaveral?

El próximo 21 de marzo se da el pistoletazo de salida para que en la naturaleza surja una explosión de colores y olores que nos llena de vida y sin embargo para algunas personas se inicia un periodo de tristeza y desgana que les impide disfrutar de esta estación.

El  calendario nos traerá próximamente la época del año de mayor vitalidad, la primavera, en la que muchos animales despertarán del largo sueño que los han mantenido ausentes, en la que las plantas se vestirán con llamativos colores que atraerán a una ingente variedad de insectos perdidos en los meses de frío y en la que los mamíferos y las aves garantizan su supervivencia regulando durante años su fase reproductiva para que las crías nazcan en este periodo de abundante comida.

Y sin embargo, algunos humanos nos encontramos más cansados, débiles y tristes en esta época. ¿Cuál es el motivo?, ¿necesitamos tratamiento en esa situación?

La astenia, procedente del griego que significa carencia de fuerza, es un síntoma que denota debilidad, cansancio o fatiga que en muchas ocasiones se asocia a cierta tristeza y debilidad psicológica y puede ser la manifestación de múltiples patologías: infecciosas, endocrinas, digestivas, hematológicas, tumorales o psiquiátricas.

En algunas enfermedades es el síntoma inicial y se acompaña de otros signos físicos pero en la mayoría de las ocasiones no pasa de una percepción subjetiva que todos los mortales hemos experimentado en algún momento y que no traduce ningún estado patológico.

 ¿Por qué sucede?

Existe un ritmo circadiano en los humanos que consiste en la oscilación de las variables biológicas en un periodo de 24 horas de forma natural. Ello explica que la temperatura, la presión arterial, la frecuencia cardiaca y el estado de vigilia entre otras, varíe a lo largo del día. Un neurotransmisor, la serotonina, regula, entre otras funciones, el humor de los humanos, habiéndose relacionado el déficit de serotonina con estados depresivos. Este neuromodulador actúa en las zonas de conexión de las neuronas. Una proteína (SERT) se encarga de reintroducir la serotonina en la célula una vez que ha salido a esta zona de conexión. Ello significa que a mayores niveles de SERT menos probabilidad tiene la serotonina de realizar su función. En invierno aumentan los niveles de SERT en un mecanismo relacionado con las horas de exposición lumínica. Por otra parte interviene una hormona denominada melatonina cuya secreción se estimula por la oscuridad, induciendo al sueño y la letargia. Ambas sustancias son la batería de nuestro reloj biológico. Además durante los meses de invierno tenemos menos exposición solar, lo que condiciona menos secreción de vitamina D que está involucrada en el ciclo vital de la serotonina y se ha demostrado que su deficiencia se asocia con síntomas depresivos. Aún se sigue investigando para definir mejor la regulación de estos procesos bioquímicos pero su conocimiento nos explica muchos de los síntomas descritos.

¿Es realmente una enfermedad?

La astenia primaveral no está reconocida como enfermedad por la CIE-10 (Sistema de clasificación internacional de las enfermedades y trastornos relacionados con la salud mental realizada por la OMS). Existe un trastorno depresivo estacional que se encuadra dentro del trastorno depresivo mayor recurrente (CIE-10 F33) que en nada tiene que ver con lo que los pacientes y los medios de divulgación definen como astenia primaveral.

Por tanto cuando hablamos de esta alteración de ánimo primaveral no estamos hablando de una patología, sino de una forma adaptativa de nuestro organismo a los cambios estacionales que se vienen produciendo desde hace millones de años.

Los suplementos dietéticos

Son muchos los artículos y opiniones que circulan por la red, algunos realizados por profesionales de la salud, en los que se recomiendan distintos tipos de suplementos dietéticos como complejos vitamínicos o productos enriquecidos con Ginseng con los que aseguran que esta sintomatología mejora precozmente. Según la European Food Safety Authority (EFSA) no hay evidencias científicas que avalen estas propiedades.

En mi opinión, el mundo occidental se encuentra medicalizado fomentándose que todo síntoma tiene tratamiento. Estamos acostumbrados a tener uno o varios medicamentos para síntomas que habitualmente forman parte de nuestro desarrollo vital y que no necesariamente son parte de una patología. Cuando un estudiante tiene molestias gástricas antes de un examen es probable que se trate de una manifestación de nerviosismo anticipatorio a su prueba de conocimiento y no de un síndrome ansioso. Ante la muerte de un ser querido el periodo de tristeza en los días sucesivos es una reacción de duelo normal entre los humanos y no un siempre se necesitan antidepresivos.

Entiendo, que salvo que persista la sintomatología más allá de un tiempo razonable y que tenga una intensidad que condicione nuestra actividad cotidiana o que se acompañe de otros síntomas de alarma, tenemos que asumir que estamos ante una alteración transitoria propia de un ciclo climático al que necesitamos adaptarnos por lo que no despreciemos el valor curativo del tiempo como herramienta terapéutica inestimable.

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